Una fábula triste y esperanzadora que va ganando en intensidad en su desarrollo y que se sostiene sobre una estructura sencilla y muy efectiva: poderosas y expresivas ilustraciones a una página que se van alternando con textos muy breves, hasta el sorprendente momento en el que la ilustración cobra todo el protagonismo a doble página y el texto desaparece temporalmente.

Las ilustraciones, producto de una técnica basada en el modelado, siempre grises y repletas de sombras, en ocasiones pueden resultar agobiantes para el lector que no encontrarás un ápice de esperanza, más allá del verde de Cigarra y sus brillantes ojos, hasta el desenlace.

El texto, por su parte, contenido en pequeños fragmentos que prescinden de una estructura formal, se cierra siempre con el mismo sonido, como si de un mantra se tratase, contribuyendo a incrementar la hostilidad del relato y el desasosiego del lector.

Una vez más, Shaun Tan, valiéndose de su arte enigmático y contundente, consigue plasmar una de las caras menos amables de nuestra sociedad, la deshumanización laboral y toda su precariedad, partiendo de algo tan extraordinario y bello como es el largo letargo bajo tierra de las cigarras y su capacidad de trasformación cuando son adultas, como símbolo de esperanza y nuevo despertar. Una vez más, Tan nos recuerda que la esperanza y el porvenir, entre todos los grises y sombras, espera siempre a la vuelta de la esquina rebosante de color y vida.

Sin duda, un álbum que, queramos o no, nos recordará a la metamorfosis literaria más famosa de todas, y al igual que ella, no nos dejará indiferente.

Cigarra trabaja como grabador de datos en un edificio gris y frío desde hace 17 años. Sus compañeros no lo tratan bien y su situación es tan precaria que vive entre las paredes de la oficina. Pero todo cambia cuando se jubila y llega la hora de despedirse.

5º-6º Primaria